¿DEPRIMIDO YO?

Era septiembre del año 2001, me encontraba frente al monitor de mi computadora, tenía un buen trabajo, una casa, tres hijos y tres meses de no dormir…

Recuerdo que pasaba las noches sacando la ropa de mi closet doblándola una y otra vez, pintaba las paredes de la cocina de mi casa, arreglaba lo que en el día, según mi propio parecer nadie podía hacer mejor que yo, trabajaba casi 14 horas y no dormía.

Esa mañana, en mi oficina sin ninguna razón, solté en llanto,… no encontraba justificación aparentemente para llorar más que, en ese justo momento comencé a sentirme cansada, levemente cansada. A continuación le llame a un buen amigo, que trabajaba en una de las dependencias de salud de la afiliación a la que yo pertenecía en ese tiempo. Mis colaboradores de ese momento, no se dieron cuenta de cuando tomé las llaves de mi carro y salí, me fui directamente al médico.

Hicieron todo tipo de exámenes, desde los básicos hasta un scanner, finalmente estaba sentada frente a una señora joven, una doctora, que con mucha naturalidad me dijo:- “ señora, afortunadamente usted no tiene nada físico, solamente que está deprimida, aunque a mi gusto está muy joven para esto, voy a medicarla y necesito que descanse”.- Esto fue un duro golpe a mi orgullo que en ese tiempo, pensaba que era mi autoestima, a esas alturas había superado un divorcio, era como muchas de las que leen esto madre soltera. Había sabido sobrellevar la situación, tenía una posición gerencial en una empresa internacional, mi casa, carro del año, era sana y joven…-:” ¿Deprimida yo?”-….

La historia completa se las contaré en un libro que estoy preparando, con el ánimo de llevar el mensaje a muchas personas que, como yo, en aquel momento, sienten una bofetada cuando nos dan la noticia que estamos deprimidos.

A continuación, me dieron mis respectivos medicamentos y me fui a casa, dormí más de doce horas. Al día siguiente como si nada pasaba fui a mi trabajo y me sentía mejor. Tuve una buena fortuna porque la Doctora que me atendió, me llamo a su clínica y me dijo que quería platicar conmigo. Asistí ansiosa por un lado y sorprendida por otra, ya que estoy hablando de salud pública, era extraño para mí, que se tomaran tantas molestias. Al llegar me recibió muy amable y puso una presentación en su computadora, en donde comenzó a explicarme de que se trataba la depresión, que se trataba de un estado de ánimo, que podía generarse debido a alteraciones metabólicas o químicas alojadas en el Sistema Nervioso Central. A raíz de acumular emociones perturbadoras como tristeza, nostalgia, cólera y estrés se daba una especie de corto circuito neuronal y que si bien los medicamentos harían su parte, era vital que yo tomara terapia y encontrara el origen del estallido que estaba sufriendo.

Fui obediente, comencé a explorar mi dolor, encontré muchas respuestas, ya en ese tiempo estudiaba mi profesión para ser Psicóloga, esto me impulso a tratar de ayudarme y encontrar las causas, paralelamente en el camino, fui conociendo personas, lugares, lecturas que me llevaron a encontrar el origen de aquel momento tan difícil de aceptar.

Logré salir de los medicamentos y al comenzar mi práctica psicológica, me di cuenta de que una de las cosas que perpetúan el dolor de la depresión en las personas se encuentra básicamente en NO aceptar la situación.

En próximos escritos abordare los tipos de depresión que existen, no es tema de hoy, lo que quiero rescatar de esta historia son los siguientes puntos:

  1. La depresión no respeta edad, clase social, religión ni estado civil.
  2. Es una enfermedad “astuta, desconcertante y poderosa” *
  3. Tiene diferentes caras, puede llevarte a no dormir o dormir demasiado, a no comer o comer demasiado, está llena de polaridades.
  4. Nunca sabes por donde va a entrar, simplemente llega y debes atenderla.
  5. Vale la pena aceptarla y tratarla con todos los medios posibles.
  6. Evita satanizar los medicamentos, son una herramienta, no un vehículo perpetuo para transitar la enfermedad.
  7. Evite culparse, ayúdese, sea generoso con usted mismo.
  8. Busque el apoyo idóneo para usted, entiendo la espiritualidad, pero la sanación no es un acto mágico, hay que trabajar para ello.  
  9. Es una magnífica oportunidad para encontrarse a usted y sus verdaderos dolores.
  10. No eche culpas a su pareja, trabajo, etc., enfréntela como si se tratara de cualquier enfermedad.

Al mismo tiempo le invito a trabajar por su bienestar, satanizar medicamentos y atención psicológica no es el camino, nadie condena a un diabético por su insulina, ni tampoco a un paciente con cáncer por tomar radioterapias, entonces ¿porque condenamos a una persona deprimida a que no debe buscar ayuda?

Para finalizar deseo decirles a todos aquellos que están pasando por depresión, que se puede salir de ello, que hay caminos para salir, lo único que necesita es valor y humildad para aceptarlo aunado a la acción generosa hacia usted.

Espero sus comentarios, como siempre les envió mi mejor energía.

KS

*Tomado de las lecturas de AA Internacional, adaptados a las dependencias afectivas”