¿Qué son las emociones?
Las emociones son reacciones psicofisiológicas que todos experimentamos a diario aunque no siempre seamos conscientes de ello. Son de carácter universal, bastante independientes de la cultura y generan cambios en la experiencia afectiva, en la activación fisiológica y en la conducta expresiva. Surgen ante situaciones relevantes que implican peligro, amenaza, daño, pérdida, éxito, novedad…y nos preparan para poder dar una respuesta adaptativa a esa situación.
¿Cómo influyen las emociones en nuestra salud?
A lo largo de nuestra evolución como especie, gracias a las emociones hemos podido responder rápidamente ante aquellos estímulos que amenazaban nuestro bienestar físico o psicológico, garantizando nuestra supervivencia. Además de esta función primordial adaptativa, las emociones cumplen una función social y otra motivacional. A través de la primera, facilitan la interacción social, permitiendo la comunicación de los estados afectivos y promoviendo la conducta prosocial. Y, por otra parte, la emoción es la encargada de energizar una conducta motivada, aquella caracterizada por poseer dirección e intensidad. Una conducta “cargada” emocionalmente se realiza de forma más vigorosa y se ejecutará de forma más eficaz, adaptándose a cada exigencia.
El miedo-ansiedad, la ira, la tristeza-depresión y el asco son reacciones emocionales básicas que se caracterizan por una experiencia afectiva desagradable o negativa y una alta activación fisiológica. Las tres primeras son las emociones más estudiadas en relación con el proceso salud-enfermedad.
En un primer momento, las emociones se consideran adaptativas y dependerán de la evaluación que la persona haga del estímulo, es decir, del significado que le dé a este, y de la respuesta de afrontamiento que genere. Existen estímulos emocionales objetivamente perturbadores que pueden no dejar secuelas, y al contrario, otros estímulos emocionales aparentemente inocuos pueden llegar a ocasionar un daño más o menos importante. La diferencia entre las dos posibilidades estriba en la percepción que cada persona tiene de esos estímulos.
Dependiendo de esa percepción, puede surgir una respuesta desadaptativa, es decir, permanecemos indefinidamente enfadados, tristes, ansiosos o aterrados, una vez desaparecido el estímulo inicial; con el consiguiente sobre esfuerzo, insostenible en el tiempo, y un sobre coste en forma de trastorno de la salud, física y mental.
Hay varias explicaciones por las que un elevado estado de emocionalidad negativa puede tener consecuencias para la salud:
Al experimentar ira, tristeza, ansiedad o depresión de manera intensa, tienden a producirse cambios de conducta que hace que abandonemos hábitos saludables como la alimentación equilibrada, el ejercicio físico o la vida social y los sustituyamos por otros como el sedentarismo o las adicciones (tabaco, alcohol) para contrarrestar o eliminar estas experiencias emocionales.
Las reacciones emocionales prolongadas en el tiempo mantienen niveles de activación fisiológica intensos que pueden deteriorar nuestra salud si se cronifican: la activación del sistema nervioso autónomo con elevación de la frecuencia cardíaca, hipertensión arterial, aumento de la tensión muscular, disfunción central de la neurotransmisión, activación del eje hipotalámico-hipofisario-corticosuprarrenal con perturbación de ritmos circadianos de cortisol etc. Esta alta activación fisiológica puede estar asociada a un cierto grado de inmunosupresión, lo que nos vuelve más vulnerables al desarrollo de enfermedades infecciosas o de tipo inmunológico.
En relación a los trastornos cardiovasculares, varios estudios han mostrado que la depresión es un factor de riesgo significativo de enfermedad coronaria, infarto de miocardio y mortalidad cardíaca y también se ha relacionado con una peor evolución de los pacientes coronarios.
Otro de los factores asociados a los trastornos cardiovasculares ha sido el síndrome ira-hostilidad-agresión. Krantz hallaron que la alta expresión de la ira se asociaba a la presencia de enfermedad arterial coronaria mientras que los rasgos de ira/hostilidad estaban asociados a un incremento de síntomas, sobre todo dolor torácico no asociado a angina en mujeres sin enfermedad arterial coronaria. Por último, la Organización Mundial de la Salud ha reconocido el papel relevante que puede jugar el estrés en la hipertensión aunque también acepta la dificultad de cuantificar esa influencia en el desarrollo de la enfermedad.
En definitiva, existe una relación estrecha entre emociones y salud. La reacción ante determinadas situaciones y las emociones son diferentes en cada individuo. Hay personas que ante un exceso de carga emocional tienen problemas físicos (cefáleas o trastornos digestivos) cognitivos (excesiva preocupación, obsesiones) o conductuales (adicciones). Por tanto, hay un síntoma de alarma diferente para cada persona.
ORGANIZACION MUNDIAL DE LA SALUD (OMS)
La Organización Mundial de la Salud afirma que cerca del 90% de las enfermedades tienen un origen psicosomático, según las características de la personalidad y el control sobre las emociones. La manera de enfrentar el estrés y las frustraciones, en ocasiones, dan paso al desarrollo de alguna enfermedad.
Cuando se experimenta ansiedad el organismo manda un mensaje de que algo no está funcionando como debe y, por ende, se percibe cierta sensación en el estómago. Eso surge porque existe una evidente conexión entre el cuerpo y la mente, pues influyen las reacciones ante todo lo que se piensa, siente y hace.
En relación a lo anterior, la psiquiatra Susset Medina indica que el cuerpo nunca se queda con nada. En otras palabras, lo que los ojos no lloran, el cuerpo lo hace por medio del dolor en algún área específica manifestado como una enfermedad.
En general, la medicina moderna reconoce la relación entre los procesos emocionales en la manifestación y desarrollo de ciertas enfermedades, aunque medir este fenómeno resulta difícil si se trata de hacerlo por medio de métodos científicos convencionales. Al respecto, las patologías psiquiátricas que se manifiestan con mayor frecuencia por medio de síntomas psicosomáticos son la depresión, la ansiedad y crisis de angustia.
Cabe señalar que las mujeres son las más propensas a manifestar a través del cuerpo cualquier malestar emocional. Eso sucede porque culturalmente no se sabe expresar o exteriorizar los sentimientos y cuando estos no son canalizados de forma adecuada se transforman en enfermedades.
Por eso cuando se busca ayuda de un médico especialista y la causa del malestar no reside en el organismo, resulta conveniente también buscar ayuda profesional en la rama de las emociones, es decir, psiquiatras o psicólogos.
Siempre conviene escuchar al cuerpo y reconocer sus reacciones pues podría indicar que algo está fuera de balance, lo que hay que resolver a tiempo antes de que se convierta en un padecimiento crónico.
ACTITUDES PREVENTIVAS
Si deseas cuidar tu salud de forma integral y balanceada, te conviene atender las siguientes sugerencias:
•Duerme la siesta para darle combustible a tu día. Con eso aumenta tu concentración, estimulas la agudeza mental e incrementas las energías.
•Identifica pronto las emociones que te afligen porque afectan el sistema inmune y tu salud queda expuesta. Por ejemplo: el enojo, la hostilidad, la tristeza, el resentimiento y la culpa.
• Procura expresar tus sentimientos con inteligencia emocional, eso quiere decir hacerlo con sabiduría y sin dejar que sea el hígado el que guíe tus palabras.
• Cultiva relaciones sociales porque el aislamiento y la soledad prolongados detonan enfermedades.
• Aprende a perdonar, es el mejor antídoto contra el resentimiento y con esto evitas cargas emocionales innecesarias.
• Ejercita la tolerancia, recuerda que todo tiene su momento y todo tiene su lugar.
• El equilibrio en la cantidad y la calidad de los alimentos proveen la energía necesaria a tu organismo y mente.
Les invito a explorar el link de la conocida Louise Hay, quien por su propia experiencia sano varias enfermedades en si misma gestionando sus emociones.